¡Otra vez se me han pasado más de dos meses desde el último post!
En este tiempo no he terminado nada nuevo, pero estoy con varias cosas.
La falda de 1865 va poco a poco, le he probado la cinta de adorno y está pendiente de coser.
La enagua, que en teoría ya había acabado, está sufriendo mejoras (tres lorzas y un volante) para que la falda asiente mejor.
También he empezado con un cuello y puños bordados para este traje, con patrón original de La Moda Elegante.
Y por último, pero no menos importante, estoy aprendiendo técnicas de costura anteriores a la invención de la máquina de coser. Es muy interesante ver cómo ha ido evolucionando, desde 1827 (que es el libro más antiguo que tengo) hasta el día de hoy.
Os presento mi último proyecto, un ridículo de época regencia bordado que hice para regalar a una amiga recreadora.
Alrededor de 1800, con la llegada de las cinturas altas y las telas vaporosas, dejaron de usarse los bolsillos internos entre las clases altas (entre las clases populares aún siguieron existiendo hasta el siglo XX) y se empezaron a usar bolsos de mano de pequeñas dimensiones donde cabía lo básico que una dama necesitaba al salir de casa. Por cierto, que el nombre viene del francés «reticule», porque los primeros estaban hechos de malla.
Para hacer este ridículo usé un patrón de Sense and Sensibility y el modelo del bordado está calcado de un original que se conserva en el Rijksmuseum. Hasta ahí todo sencillo, pero el caso es que decidí que, ya que tenía hilo de bordar de seda (sí, seda de la de verdad de la buena) era el mejor momento para estrenarlo.
Ignorad las cintas, al final no las usé. Lo que tocaba era LA MARAÑA. Cuarenta colores de hilo de seda que llevan alrededor de cuatro años guardados en una caja porque me cansé de devanarlos (¿veis los que están enrollados en plastiquitos? pues eso lo tuve que hacer yo, uno por uno). Para no volverme loca elegí los colores y sólo devané esas madejas, el resto volvió a su caja.
Después descubrí que la tela que quería usar era una muy bonita y adecuada a la época: fina, delicada, casi transparente… y que si intentaba bordarla así iba a deformarla a la primera puntada, amén de que sólo con mirarla se deslizaba del sitio. Como es para un ridículo y no para un vestido, pude ponerle una base de batista de algodón para darle más resistencia. En la foto se puede ver el primer paso de sujetar una tela con otra y, ya de paso, trasladar el patrón sin que se retorciese: hilvanar por el borde, después de sujetar el patrón pinchando las alfileres en la guata de la tabla de planchar.
Siguiente paso: ¡vivan las anacrónicas mesas de luz! En vez de tener que sujetar todo contra una ventana y rezar porque nada se moviese de sitio, pude trabajar sobre la mesa y sujetar la tela por zonas mientras marcaba con un lápiz. Y de ahí al bastidor. Ahora ya puedo decir que coser con ese tipo de hilos de seda es a la vez fácil y difícil. ¿Por qué? Pues porque si todo va bien, las puntadas van a ser sencillas: cadeneta, punto de tallo, nudos franceses y punto de realce. El dibujo también es sencillo y bastante pequeño. Pero. Gran PERO. Ese hilo se engancha hasta en las asperezas de los dedos. Sin exagerar. Y se desliza sobre sí mismo hasta el punto que, o has apretado bien los nudos del comienzo, o se deshacen en la primera puntada. Al final he tardado más en los preparativos para bordar que en el bordado: echarse crema hidratante, esperar a que seque, limpiarme las palmas con un poco de agua y mucho cuidado para que no se manche el hilo ni la tela, montar la pieza en el bastidor y preparar el hilo.
Después de cogerle el truco, todo empieza a ir «como la seda», hasta que te rompes tres uñas y te enganchas cada dos minutos. Es un bordado pequeño, así que he tardado unas 10-12 horas en hacerlo completo (repartidas en varios fines de semana, porque sólo podía trabajar con luz natural).
Y aquí el bordado terminado, con la tela ya fuera del bastidor.
Después de esto, tocó cortar las piezas, hilvanar de nuevo, cortar un forro y coser y coser y coser. Excepto las costuras interiores, todo lo demás está hecho a mano.
Y el resultado final.
Me encanta cómo ha quedado, aunque como siempre hay cosas que haría de forma diferente si tuviera que repetirlo: cortaría la tela de refuerzo excepto en la zona donde es imprescindible, y cambiaría la forma de coser el forro. Sigo aprendiendo.
No me puedo creer que lleve sin actualizar desde diciembre. Y para colmo ¡me había olvidado completamente de que en febrero fue el décimo aniversario de la web! No puedo creer que haya pasado tanto tiempo desde que empecé a interesarme por la moda histórica.
No he estado parada durante estos meses, al contrario, he cosido un montón de cosas nuevas, alguna incluso la he terminado.
El acabado es este spencer para mi vestuario de la década de 1810. Habrá entrada en cuanto tenga tiempo de hacer fotos decentes.
Aquí lo que llevo de la falda de 1865. Sólo me falta montarla en la cinturilla, pero estará en pausa hasta junio.
Porque a fin de mes tengo un evento de recreación de época regencia, ¡y toca preparar! Entre hacer el spencer, una segunda camisa interior, arreglar unas manoletinas y un ridículo nuevo a juego con el resto del conjunto se me ha ido el tiempo volando. Y también estoy aprendiendo a peinarme sola XD Tengo que sacar un peinado al menos adecuado con el pelo como lo veis en la foto (y con la nuca rapada en enero… pelo de cinco centímetros de largo que no se sujeta)
Y esto es todo por el momento. En breve empezaré a subir entradas más a menudo, porque finalmente he decidido volver a como lo hacía cuando abrí la web: ir enseñando cosas a medida que las iba teniendo.
Una simple enagua parece algo muy fácil, pero yo soy especialista en complicar hasta lo más sencillo.
Lo primero que he hecho y en lo que he gastado casi un mes ha sido en buscar modelos y en ver cómo se hacían los patrones en la época. Lo primero no ha salido tan mal, pero lo segundo ha sido un suplicio, porque la ropa interior, al hacerse mayormente en casa y ser algo muy básico, era más normal que se enseñase de madres a hijas y que no apareciese en los libros de costura o revistas de moda, excepto por cómo hacer los adornos o algunos modelos de bordados. Seguramente hay algún libro de la época en inglés que lo explica, pero sin dibujitos, con lo que se me escapará la mitad de lo que dice. Al final me lié la manta a la cabeza y decidí que iba a hacer el patrón igual que haría para una falda, haciendo las piezas como cuñas pero con la cintura menos ajustada para poder hacer frunces y sin decoración.
Siguiente paso: tomar medidas. Ponerse toda la ropa interior, el corsé y la crinolina y medir la cintura y el largo hasta el suelo por delante, detrás y los lados. También medir el contorno del bajo por si acaso. (Un consejo si tomáis las medidas por la mañana, no apretéis el corsé demasiado. Dejad espacio porque si no, el día que vayáis a un evento y tengáis que comer con él puesto va a ser un suplicio.)
Al menos ésta es la teoría, pero yo pasé mucho de ella y lo que hice fue medir la crinolina sobre el maniquí.
Una pensaría que con esto está listo para patronar, pero yo tiendo a meter la pata miserablemente cuando no tengo todos los detalles apuntados, así que lo que hice fue un esquema en pequeñito, y después ya pude hacer el patrón y cortarlo con más seguridad.
Un par de semanas después, lavar la tela, plancharla, ponerla en el suelo con el patrón y a cortar.
Siguientes pasos: coser las costuras verticales de la enagua y plancharlas (y que no os pase como a mí y se os olvide que hay que dejar una abertura para poder ponértela luego), volver a ponerte el corsé y la enagua y… darte cuenta de que no puedes hacerte bien la primera prueba porque en cuatro años has adelgazado y tienes seis centímetros menos de contorno.
Tal y como comenté en la anterior entrada, me tocó retocar la crinolina para poder hacer la primera prueba para ver los largos, de la que no hay foto. Después volví a montarlo todo en el maniquí para poder ir probando varias opciones con las tablas de las piezas del delantero y los laterales (la espalda va fruncida).
Después tocaba hacer el bajo, volver a montar el maniquí e ir ajustando el largo por la cintura hasta que quedase por donde yo quería, y volver a recolocar las tablas.
Ahora ya toca montar la cinturilla, de la forma normal
Y una vez terminada de coser y puesto el cierre, tenemos una enagua lista para usar.
Como podéis ver en la última foto, el peso de la tela me empuja la crinolina hacia adelante, así que le he cosido en la espalda una pequeña almohadilla para ayudar a que se quede en su sitio, pero aún no he hecho fotos. Ahora ya puedo empezar con la falda, para la que voy a usar el mismo patrón que para la enagua.
Y por último, los links a las páginas que he usado de referencia para este proyecto.
https://www.pinterest.es/americanduchess/victorian-1860-1870/http://thedreamstress.com/2014/02/the-ca-1860-paisley-petticoat/https://historicalsewing.com/how-to-sew-cartridge-pleats
Cuando hice la crinolina allá en 2015, quedó todo muy bien excepto que la pletina de cierre del delantero quedaba floja, así que cuando me puse de nuevo con el traje de 1865 decidí ajustar esa parte. Como mi maniquí tiene (centímetro arriba/abajo) la misma medida de cintura que yo tenía, hice el ajuste sin ponérmelo, porque era más fácil ver lo que estaba haciendo. Descosí, volví a coser con el ajuste y quedó perfecto.
Y ahora viene el pero.
El domingo pasado decidí ponerme el corsé mientras estaba en casa para ver qué tal y cuánto tiempo aguantaba con él mientras hacía cosas sencillas…
¡Y ahora cierra del todo!
En el 2013 cuando lo hice le dejé seis centímetros de espacio en la espalda porque me parecía margen de sobra por si perdía un poco de peso, pero ahora he bajado de contorno de cintura un montón y me he comido el espacio, y sin apretarlo demasiado.
Y claro, toca retocar la crinolina porque es mucha diferencia y se nota. Por suerte sólo ha sido poner dos corchetes para sujetarlo su nuevo sitio, pero el delantero que en el maniquí quedaba perfecto ahora no queda tan bien. Eso si, me niego a volver a retocarla, mi perfeccionismo tiene un límite.
Y ahora a seguir con la enagua, que espero que esté terminada para el próximo post.
Por fin he empezado a hacer la primera enagua para la crinolina elíptica.
He dado bastantes vueltas a cómo debería ser el patrón, porque no he encontrado mucha información sobre ello, ni histórica ni de otros recreacionistas. Al final me he decidido por adaptar el de la propia crinolina.
Y buscando papel para hacer el patrón me encontré con que ya había hecho la mitad del trabajo en el 2015 😅😅
Lo medí, me pareció que tenía poco vuelo y la cintura muy estrecha y lo reformé.
Lo bueno de las faldas de cuñas es que aprovechas muy bien la tela 😉
(Y sí, en la primera foto estoy sujetando el papel con lo que podía 🤣, para la segunda ya me había hecho unos pesos)
La pieza de la espalda no es más que un rectángulo porque ahí es donde va fruncida para dar soporte a la falda, así que no os la enseño siquiera.
Aquí la primera prueba sobre el maniquí. Al final la pieza central me quedó demasiado ancha en la cintura, pero se arregla con una tabla. El resto estoy encantada y ya he planchado las costuras para poder seguir cosiendo.
Cruzo los dedos para tardar menos de un mes en terminarla, que ya sabéis lo lenta que soy 🤣
Mayo ha sido un mes bastante malo, en el que he cosido muy poco y la mayor parte de lo que he hecho ha sido un desastre. El juboncillo de 1812 que estaba retocando ha acabado en la basura (normalmente habría aprovechado la tela para las muñecas, pero me tenía tan frustrada que era eso o quemarlo 😅)
Con esa situación y los problemas personales tampoco he tenido ganas de escribir ningún post, y se me ha pasado mayo con el blog abandonado.
Por suerte las cosas van mejor y aunque no tenga costura que enseñar, sí que quiero enseñar una cosilla que he hecho en mi nuevo estudio:
¿A que la foto queda muy bien con el fondo liso? Pues no es que tenga una pared vacía ni que me haya pasado media hora retocando, es esto:
En mi caso lo he montado delante del armario, pero se puede poner en una esquina, delante de una puerta o incluso en el centro de la habitación. Lo único que se necesita es que puedas separarte lo suficiente para que salga el traje entero.
Y además es barato. Dos ganchos (que pueden ser clavados o de los que se anuncian ahora que van pegados a la pared), una cuerda resistente, varias pinzas de la ropa y… un mantel de papel.
Sí, un mantel de los de usar y tirar. Al principio pensé en poner tela, pero pesa demasiado y además es caro.
El gancho. Tres de estos por menos de dos euros. En mi caso la cuerda la tenía mi madre, pero no cuestan mucho.
El mantel. Yo lo compré en Mercadona, pero seguro que hay en más sitios.
Y aquí cómo se sujeta todo.
Ya veis, fácil de montar y desmontar, barato y práctico 😀
Dos días de charlas, visita al Bayerisches Nationalmuseum tanto a la exposición abierta al público (en el que tendrán un traje del siglo XVI que normalmente no se expone) como a la parte que no se muestra, presentación del libro Patterns of Fashion 5, y si se quiere, un tercer día de visita al Miedermuseum en Heubach, museo exclusivo de corsetería.
Yo me quedo con las ganas porque ahora mismo no puedo pagar los 188€ de la conferencia más los 63€ de la vista al Miedermuseum, más todo el gasto del viaje, pero si alguno de mis visitantes está interesado en los links está toda la información.
Y si alguien se anima y consigue plaza, que me avise cuando vuelva y comparta fotos, que en el Bayerisches te dejan hacerlas sin flash 😉 (o al menos hace año y medio dejaban)
En realidad la modificación es muy sencilla y se podría hacer en unas horas, pero he descubierto que tras algo más de tres años sin coser, he olvidado mucha de la técnica 😅
Mientras buscaba información para refrescar un poco lo que recuerdo de técnicas de costura, he visto ejemplos de juboncillos sin mangas sencillos, como el de la imagen anterior, y he decidido cambiar el modelo.
Después de tardar media hora en ponerme el vestido ha tocado ajustar el bajo, el frente y los tirantes (que no se ve aquí), y pasarlo a un patrón para cortar el forro.
Y ahí me he quedado, con la esperanza de que para el próximo post pueda enseñarlo terminado y quitar una prenda de mi lista de trabajos en proceso.
Tener que abandonar un proyecto se suele ver como un fracaso, pero a veces es lo mejor que se puede hacer.
En mi caso, tras volver a ponerme con todas las ganas a seguir bordando el juboncillo, la cosa se fue atascando y finalmente me he dado cuenta de que he cometido tantos errores con él que lo único que estaba haciendo era perder el tiempo y frustrarme.
Aquí me he quedado. Como podéis ver el avance ha sido casi nulo.
El error número uno ya lo arrastro desde el que empecé, y es no haber planificado el bordado. Por culpa de eso he acabado poniendo el cordón demasiado cerca del borde en varias zonas, con lo que no me queda sitio para poner ni las hojas ni el cordón que remata todos los bordes.
Ésto se podría arreglar si no se me juntase con el segundo error, que fue elegir una tela que no era la adecuada.
Al principio pensé que el único problema de elegir un paño de lana para hacer el juboncillo era que no era el tejido que usaría una dama, así que me encogí de hombros y decidí aprovechar que ya la tenía y que no me hacía falta gastar más dinero.
En realidad la cosa ha sido más complicada y ha resultado que al colocarla en el bastidor se deforma.
Quizá si hubiese planificado y hubiese bordado antes de cortar (otro error) esto no habría pasado, pero puede que sí.
Así que para evitarme más frustraciones y pérdida de tiempo que podría haber estado usando para otros trajes he decidido quitarle el poco bordado que he hecho, arreglar el trozo que se ha dado de sí, ponerle un forro y convertirlo en un juboncillo sencillo.
Quizá más adelante me anime a hacer el bordado, pero ya será con una buena planificación y cuando haya acabado otras cosas que aún tengo a medias.